No es noticia que el mundial ya empezó y que algunos países nos han dado sorpresas que no esperábamos (al menos yo no esperaba que golearan a España). Estos eventos deportivos me llevaron a pensar en un tema empresaria que observo mucho dentro de las prácticas de la consultoría y el coaching empresarial.
¿El líder es parte de un grupo o es parte del equipo? Esta es una pregunta que no es sencilla de responder, pero es muy importante dentro de cualquier empresa que quiera desarrollarse más y mejor.
Ser un líder de grupo es más o menos la dinámica del jefe, en donde uno dice lo que se tiene que hacer y el grupo cumple. En este sistema, el líder funciona muy bien desde una visión de Taylor, en donde se premia el buen desempeño y se castiga la mala productividad (más o menos el 30% de los trabajos hoy en día son analógicos, por llamarlos de alguna manera. En donde se tiene que hacer lo mismo siempre y sistemáticamente). El problema que encontramos con este tipo de liderazgo, es que sólo funciona en los trabajos sistemáticos y no funciona en el 70% de los empleos en donde la creatividad y el raciocinio juegan el papel más importante.
Es con este 70% de los empleos en donde el liderazgo de equipo es el que verdaderamente funciona. Es complicado llegar a el, porque muchas veces no se tiene a la gente correcta en el proyecto. En una analogía de un camión, necesitamos subir a la gente correcta y ponerlos en el lugar correcto y bajar a los que sólo ocupan lugar.
Ser líder de un equipo, es poder contagiar toda la visión que tienes a la gente con la que colaboras. Es poder inspirar tanto amor por el proyecto que las personas se auto motiven y no haya necesidad de estar persiguiéndolos para que hagan lo que tienen que hacer. Es confiar plenamente que la gente con la que colaboras aporta ese pedazo que les toca.
Se puede pasar de líder de grupo a líder de equipo, pero jamás de un líder de equipo a un líder de grupo. La razón, es que un equipo una vez conformado, no puede pasar a ser un grupo, lo que en la mayoría de las veces ocurre es que se termina desintegrando y se dispersa. En cambio, el líder de grupo si se va, el grupo consigue a uno nuevo y listo. Por lo tanto, para poder pasar de un grupo a un equipo, lo primero y más importante es cambiar a las personas que no aportan al grupo e ir poco a poco convirtiéndolo en un equipo.
Este artículo fue escrito por:
Adrián Salama. Director general de Universidad Gestalt (http://www.gestalt.mx). Licenciado en psicología humanista, maestro en psicoterapia gestalt, coach de negocios y doctor en psicoterapia gestalt.
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