Alejandra Benítez de la Vega
Alumna en la Universidad de Gestalt cursando la maestría en Psicoterapia Gestalt
Mail: aleben1986@hotmail.com
Gestalt y los Trastornos Alimenticios
A lo largo de ocho años de recuperación, después de haber estado internada durante un año en una clínica de trastornos alimenticios he aprendido a vivir con esta enfermedad, a manejarla, a controlarla y lo más importante a aceptarla.
Durante mi recuperación en la clínica aprendí a identificar mis impulsos y a manejarlos de una manera más sana y adecuada, a no depositar mis emociones en la comida y sané la relación con mi cuerpo.
Estando internada recuerdo sentirme segura, dentro de un ambiente que sabia cuidar mejor de mí que yo misma.
Después de un tiempo de interna me sentía tranquila pues sabía que todo estaba bajo control y que si en algún momento yo no era capaz de controlar mi enfermedad la estructura de la clínica o alguien más saldría mi rescate.
La idea de recaer cada vez era más absurda, así como incumplir con mi plan alimenticio o tener conductas enfermas, sin embargo la realidad, estar fuera de la clínica es muy distinto.
Me costó mucho trabajo regresar a la realidad, fueron tiempos de muchos ajustes, la vida era tan distinta a la vida en la clínica y tuve a que aprender a cuidar de mi misma.
En la clínica el no comer exactamente lo que estaba en el plan nutricional era considerado casi como una recaída, así como romper alguna de las reglas establecidas.
Creo que esa mentalidad funcionaba para las internas ya que la enfermedad es tan fuerte que debe tratarse con suma rigidez para no darle oportunidad a la mente de dejarse caer de nuevo en la enfermedad, sin embargo esta mentalidad no me funcionó cuando salí de ahí.
A través de la Gestalt he comprendido que la vida no es tan rígida y es posible enfrentar día a día mis impulsos.
Enfocarme en el presente se ha convertido en casi una filosofía para mí, digo casi pues aún después de tanto tiempo hay días en los que me siento vulnerable, y recurro a mis actos aprendidos para manejar mi angustia. Sin embargo cada día voy teniendo más herramientas para combatir mi enfermedad pues la he ido conociendo profundamente.
El vivir mi presente se vuelve mucho menos amenazante que pensar en no recaer para siempre, se convierte en una meta posible.
En momentos vulnerables en lugar de pensar en lo difícil que es no recaer en ningún momento de mi vida pienso: mi objetivo es solo pasar este día. Inumerables veces he comprobado que funciona pues el día se termina y tengo la oportunidad de empezar uno nuevo.
Me he dado la oportunidad de equivocarme y de volverme a levantar, cuando estoy en sesión al sentirme no juzgada me siento más humana, es una sensación de que puedo equivocarme, reflexiono en que ya no tengo 15 años y estoy internada sino que he crecido y que tengo muchas más herramientas que en ese entonces, que es permitido equivocarse y que soy la única que conoce cómo me estoy sintiendo y la que decide que hacer con eso.
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