Cuando la comunicación no verbal es la única forma de comunicación. Parte 2.
Papá y sus mensajes no tan ocultos.
Jorge Rafael Espinosa Zúñiga es alumno de la Universidad Gestalt (http://www.gestalt.mx) y está cursando la maestría en psicoterapia gestalt. Su correo es: raespinosazu@gmail.com
Siguiendo con el tema del patriarcado y la poca o nula comunicación de parte del padre con sus críos, inicio poniendo en la mesa la pregunta ¿de qué otros medios cuento para poder comunicarme con un padre poco expresivo?
Aquí habrá que separar donde existe una necesidad por entender el mensaje del padre y la contraparte donde no sabemos lo que el padre desea hacer, en cuyo caso partiendo de los principios de la Gestalt sólo serían suposiciones que no parten de la realidad, pues es tan probable que se sienta conforme con su modalidad de comunicación así como es probable que quiera ser más expresivo.
Son contadas las veces que nos damos tiempo de observar los gestos, de escuchar la entonación de las palabras o checar la expresión corporal, y es ahí donde reside gran parte de los mensajes y frases que el padre desea enviar a los hijos pero que pocas veces son procesados con un órgano importante al momento de realizar interpretaciones integrales de la comunicación, los ojos.
Me he dado a la tarea de centrar mi atención en la manera en la que mi padre se emplea cuando expresa unos cuantos enunciados, y he encontrado con sorpresa que al juntar las tres reglas para interpretar correctamente, (leer los gestos de forma agrupada, buscar la congruencia, e interpretar los gestos según el contexto), puedo extraer información que mejora mi canal de comunicación con él.
Es posible que nuestra sociedad establezca que los “hombres no lloran” tanto como “los hombres no deben ser muy expresivos”, sin embargo el caer en la total creencia de este postulado limita al receptor a captar todas las palabras desplegadas en un gesto, en una mirada, en la forma de pararse e incluso en la manera de caminar, por citar algunas.
Así, el cliché de “los padres son herméticos” obligatoriamente viene acompañado de la frase “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, por lo que no existe ser vivo que anule su propia comunicación, y hasta el intento por no comunicar nada cae en la imposibilidad de la no comunicación.
Bibliografía
Pease, A. y Pease B. (2006). The Definitve Book of Body Language. [El lenguaje del Cuerpo. Cómo interpretar a los demás a través de sus gestos.] (2° ed.). Barcelona: Amat
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